TEXTO.
"Así pues, el valor moral de la acción no reside en el efecto que de ella se espera, ni tampoco, por consiguiente, en ningún principio de la acción que necesita tomar su fundamento determinante en ese efecto esperado, pues todos esos efectos -el agrado del estado propio, o incluso el fomento de la felicidad ajena- pudieron realizarse por medio de otras causas, y no hacía falta para ello la voluntad de un ser racional, que es lo único en donde puede, sin embargo, encontrarse el bien supremo y absoluto.
Por tanto, no otra cosa, sino solo la representación de la ley en sí misma -la cual desde luego no se encuentra más que en el ser racional-, en cuanto que ella y no el efecto esperado es el fundamento determinante de la voluntad, puede constituir ese bien tan excelente que llamamos bien moral, el cual está presente ya en la persona misma que obra según esa ley, y que no es lícito esperar de ningún efecto de la acción".
INMANUEL KANT, Fundamentación de la metafísica de las costumbres.
COMENTARIO.
El tema sobre el que Kant reflexiona en este texto es el sentido de bien moral.
La ética kantiana no es una ética consecuencialista, en el sentido de que él no cree que haya que perseguir unos fines para ser feliz. Ni cree que lograr o no estos fines sea la razón de que nuestros actos se califiquen como buenos o como malos. De ahí la primera idea importante de este texto : "el valor moral de la acción no reside en el efecto que de ella se espera". A veces nuestros actos originan consecuencias desagradables, pero no por eso son malos desde el punto de vista moral. Decir la verdad a veces hace daño a otros, no todo el mundo acepta las verdades con madurez y valentía. Sin embargo, desde el punto de vista kantiano, decir la verdad es una obligación moral, porque no debemos infantilizar a los otros, porque debemos tratar a la humanidad como mayores de edad.
La ética kantiana es una ética a priori, porque lo que hace bueno un acto es la buena voluntad y así lo encontramos en la segunda idea importante de este texto: "la voluntad de un ser racional es lo único en donde puede encontrarse el bien supremo y absoluto". Y es que puede haber muchos motivos para cumplir la ley. Puede uno buscar la aprobación de los demás, puede temer al castigo en caso de que se incumpla. Podemos actuar buscando un interés egoísta o por miedo a las consecuencias de nuestros actos. En estos casos nuestros actos no son morales, según Kant, porque no es lo mismo la legalidad que la moralidad. Para ser legales nos basta cumplir la ley, no importan los motivos de este cumplimiento. Para no ser multados por un agente de tráfico, nos basta cumplir las normas de circulación, como ponernos el cinturón de seguridad, conducir a la velocidad debida, etc... Pero para ser morales se requiere algo más: el respeto a la ley, tal y como se nos dice en otra de las frases claves de este texto "solo la representación de la ley en sí misma es el fundamento determinante de la voluntad, puede constituir ese bien que llamamos bien moral". Y respetar la ley no es lo mismo que limitarse a cumplirla. Respetar la ley implica una madurez y una talla moral no al alcance de la mayoría de los mortales. Respetar la ley es cumplirla por el convencimiento de que una ley representa la voluntad general, por el convencimiento de que así ha de ser.
Y es que el principal objetivo de la ética kantiana es ilustrar al pueblo, hacerlo pensar por sí mismo, sin ayuda de tutores, de forma autónoma y venciendo las cadenas que nos mantienen en una perpetua minoría de edad, como la pereza, la costumbre, la cobardía. Kant quiere personas libres y solo se puede alcanzar la libertad desde la autonomía moral.
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