Te he seleccionado ocho textos de la alegoría de la caverna de Platón, subrayando en cada uno términos de vocabulario, para que trabajes las cuestiones 2.a y 2.b. Comenzaremos a corregir estos textos a la vuelta de vacaciones de Navidad.
TEXTO 1.
Después de eso proseguí
compara nuestra naturaleza respecto de su educación y de su falta de educación
con una experiencia como ésta. Represéntate hombres en una morada subterránea
en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la
luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo
que deben permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les
impiden girar en derredor la cabeza.
TEXTO 2.
Extraña comparación
haces, y extraños son esos prisioneros.
- Pero son como
nosotros. Pues en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los
otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la
caverna que tienen frente a sí?
- Claro que no, si
toda su vida están forzados a no mover las cabezas.
- ¿Y no sucede lo
mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del tabique?
- Indudablemente.
TEXTO 3.
- Examina ahora el
caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, qué
pasaría si naturalmente les ocurriese esto: que uno de ellos fuera liberado y
forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz, y
al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de
percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes. ¿Qué piensas que
respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que
ahora, en cambio está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y
que mira correctamente? Y si se le mostrara cada uno de los objetos que pasan
del otro lado del tabique y se le obligara a contestar preguntas sobre lo que
son, ¿no piensas que se sentirá en dificultades y que considerará que las cosas
que antes veía eran más verdaderas que las que se le muestran ahora?
TEXTO 4.
- Y si se le forzara
a mirar hacia la luz misma, ¿no le dolerían los ojos y trataría de eludirla,
volviéndose hacia aquellas cosas que podía percibir, por considerar que éstas
son realmente más claras que las que se le muestran?
- Así es.
- Y si a la fuerza se
lo arrastrara por una escarpada y empinada cuesta, sin soltarlo antes de llegar
hasta la luz del sol, ¿no sufriría acaso y se irritaría por ser arrastrado y,
tras llegar a la luz, tendría los ojos llenos de fulgores que le impedirían ver
uno solo de los objetos que ahora decimos que son los verdaderos?
TEXTO 5.
- Necesitaría
acostumbrarse, para poder llegar a mirar las cosas de arriba. En primer lugar
miraría con mayor facilidad las sombras, y después las figuras de los hombres y
de los otros objetos reflejados en el agua, luego los hombres y los objetos
mismos. A continuación contemplaría de noche lo que hay en el cielo y el cielo
mismo, mirando la luz de los astros y la luna más fácilmente que, durante el
día, el sol y la luz del sol.
- Sin duda.
- Finalmente, pienso,
podría percibir el sol, no ya en imágenes en el agua o en otros lugares que le
son extraños, sino contemplarlo como es en sí y por sí, en su propio ámbito.
TEXTO 6.
- Respecto de los
honores y elogios que se tributaban unos a otros, y de las recompensas para
aquel que con mayor agudeza divisara las sombras de los objetos que pasaban
detrás del tabique, y para el que mejor se acordase de cuáles habían desfilado
habitualmente antes y cuáles después, y para aquel de ellos que fuese capaz de
adivinar lo que iba a pasar, ¿te parece que estaría deseoso de todo eso y
envidiaría a los más honrados y poderosos entre aquéllos? ¿O más bien no le
pasaría como al Aquiles de Homero, y «preferiría ser un labrador que fuera
siervo de un hombre pobre » o soportar cualquier otra cosa, antes que volver a
su anterior modo de opinar y a aquella vida?
TEXTO 7.
- Y si tuviera que
discriminar de nuevo aquellas sombras, en ardua competencia con aquellos que
han conservado en todo momento las cadenas, y viera confusamente hasta que sus
ojos se reacomodaran a ese estado y se acostumbraran en un tiempo nada breve,
¿no se expondría al ridículo y a que se dijera de él que, por haber subido
hasta lo alto, se había estropeado los ojos, y que ni siquiera valdría la pena
intentar marchar hacia arriba? Y si intentase desatarlos y conducirlos hacia la
luz, ¿no lo matarían, si pudieran tenerlo en sus manos y matarlo?
TEXTO 8.
- Pues bien, querido
Glaucón, debemos aplicar íntegra esta alegoría a lo que anteriormente ha sido
dicho, comparando la región que se manifiesta por medio de la vista con la
morada-prisión, y la luz del fuego que hay en ella con el poder del sol;
compara, por otro lado, el ascenso y contemplación de las cosas de arriba con
el camino del alma hacia el ámbito inteligible, y no te equivocarás en cuanto a
lo que estoy esperando, y que es lo que deseas oír. Dios sabe si esto es
realmente cierto; en todo caso, lo que a mí me parece es que lo que dentro de
lo cognoscible se ve al final, y con dificultad, es la Idea del Bien. Una vez percibida, ha de concluirse que es la
causa de todas las cosas rectas y bellas, que en el ámbito visible ha
engendrado la luz y al señor de ésta, y que en el ámbito inteligible es señora
y productora de la verdad y de la inteligencia, y que es necesario tenerla en
vista para poder obrar con sabiduría tanto en lo privado como en lo público.
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